¡Que alegría de tarta!
¡Que sorprendente!
¡Que nata más estupenda que no se
baja ni a palos! (Puratos)
Después de una barbacoa en
familia, con las barrigas y las arterias llenas de colesterol, va la loca y
saca una tarta.
Pues no se pudieron negar, todos
tenían curiosidad por probarla.
A todos les gustó y se quedaron
más tranquilos al comprobar que era ligera por el gusto de los bizcochos de
limón con una nata no muy dulce.
Aunque no nos la terminamos ese
día, la tarta voló.
Le guardaba un trocito a mi
sobrina chica, que justo cuando se la enseñé
lloraba por algo e inmediatamente al verla paró el llanto de golpe.
Una tarta mágica que calma todos
los dolores con solo verla
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